lunes, 22 de agosto de 2011

Educación para la igualdad y medios de comunicación


*Valentina Montoya Robledo

El artículo de la psicóloga Angela María Rojas, “Salud, Género y Medios de Comunicación” gira en torno a la posibilidad que tienen los medios de comunicación para disminuir la brecha existente entre la salud de hombres y mujeres, a través de un cambio de concepción de los estereotipos alrededor de lo “femenino” y lo “masculino”. (http://www.gobilingual.us/folios/n23/N23-3.pdf) Para ella, la salud de hombres y mujeres se manifiesta de manera diferente, de acuerdo con el sexo y la identidad de género de cada uno. Así, por ejemplo, las mujeres tienen una expectativa de vida mayor aunque la percepción de su propio estado de salud es inferior a la de los hombres. Conductas asociadas con la maternidad, son únicamente predicables de ellas.

Los medios, da acuerdo con Rojas, tienen una doble labor. Por una parte, aportan en la construcción de la identidad de género, y por otro, reafirman las identidades existentes. Mientras que a los hombres se les muestra como líderes autosuficientes, a las mujeres se les define como víctimas. Más aún, los medios tienen una fuerte influencia en la forma como se representa la salud de hombres y mujeres. Por ejemplo, la idea de un cuerpo voluptuoso pero delgado se difunde respecto de las mujeres, apelando al ideal de “belleza” femenino; esto deriva en mayores desordenes alimentarios y baja autoestima.  A su vez, los hombres son presentados, de acuerdo con la identidad masculina, 1) como fuertes y musculosos, o 2) con leve sobrepeso. Esto lleva, frente a los primeros, a una mayor calidad de vida dado que se ven incentivados a practicar deporte de forma competitiva; frente a los segundos, a una mayor auto-aceptación de su cuerpo, pero también a posibles enfermedades asociadas con el sobrepeso.

La autora aclara que muchas veces los medios de comunicación, pueden impactar sobre la salud de hombres y mujeres; sin embargo, no tienen el propósito específico de mejorar su salud. Se plantea que por ejemplo, en el campo de la salud sexual y reproductiva, que, dada la influencia de la televisión, muchos/as adolescentes asumen comportamientos románticos y sexuales que pueden tener fuertes sesgos sexistas, sin que esta se haya preocupado por su impacto.  

Rojas hace énfasis en la potestad de los medios para reforzar identidades claramente discriminatorias y prejuicios contra las mujeres y los hombres, que sutilmente entran en el inconsciente de los receptores y definen muchos de los roles que asumen en su vida (Ver: Rebecca Cook, Simone Cusack. Estereotipos de Género). El debate aquí puede responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo transformar el contenido de los medios sin entrar en la censura? Si bien estoy de acuerdo en que la comunicación masiva tiene la potestad de transformar ideas, la censura a los medios de comunicación para que emitan únicamente aquello que es deseable desde la perspectiva de género, puede implicar una restricción de la libertad de pensamiento y de prensa, ampliamente defendida en nuestra Constitución. Si nos ponemos a pensar en las preguntas de la autora respecto de cuáles son los valores que deben promoverse por estos medios de comunicación, llegamos a la conclusión en torno a que ese deber ser puede limitar a muchas personas que piensan diferente, o que incluso ven los medios de comunicación simplemente a través de las leyes del mercado.

Considero, al igual que la autora, que existen otras salidas. Puede hablarse de una regulación desde la sociedad, y una construcción de contenidos desde la misma. Pero más allá de eso debe apuntarse al cambio cultural en quienes crean contenidos. Los medios son la expresión de una sociedad. Concuerdo con la autora cuando dice que aquellos que crean contenidos sexistas, son profundamente sexistas. La opción más fuerte es “cambiarle el chip” a aquellos que crean los contenidos promovidos por los medios, para que incluyan la igualdad de género que se requiere dentro de una sociedad igualitaria y democrática. El raciocinio que se consolida a través de educación incluyente y anti-sexista, es el primer paso para abrir la mente de aquellos que siguen impulsando roles de género estereotipados de hombres y mujeres. Mientras quienes crean contenidos no entiendan que promover a las mujeres como objetos va en contra de su dignidad, que presentar a los hombres como insensibles, y que enfocarse únicamente en la belleza femenina repercute en el futuro y en la salud de millones de niñas y niños televidentes, no será posible consolidar una verdadera responsabilidad social que no sea impuesta coercitivamente sino que nazca de la racionalidad de aquellos que crean los contenidos de lo que se transmite a través de los medios de comunicación. La estrategia debe ser la educación por encima de la censura.

** Abogada (con honores), politóloga y estudiante de la Maestría en Derecho de la Universidad de los Andes. Profesora auxiliar del curso de Relaciones Familiares. Investigadora del CIJUS y del IDEGE.

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